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martes, 17 de septiembre de 2019

El espejo del alma

12 en punto

La ausencia de los alumnos que hace apenas unos minutos sitiaban las aulas me consumía al ritmo de los versos de Neruda
Una soledad se hace latente entre los recovecos del aula y suspiros fugaces remarcan el sentimiento Mohíno que me consume

Y sí, es cierto que podría estar afuera, absorta entre conversaciones triviales con algunos de mis compañeros o llenando el vacío entre horas con un tentempié matutino. Pero el silencio de no sólo un aula, sino de un piso entero resulta demasiado gratificante para dejarlo escapar

Pero en lugar de disfrutar de aquella sinfonía seca, una angustia me hace dirigirme al lavabo, a los pocos pasos levantó mi cabeza para encontrarme con un rostro cansado, rodeado de él azul característico de la falta de sueño y una mirada que refleja el agotamiento de una mente inquieta

Realmente me dieron ganas de golpear el espejo

Los cabellos rubios y el brillo esmeralda, las expresiones alegres y las sonrisas que antes ardían con la tonalidad de mis mejillas, se han vuelto ceniza de un corazón ilusionado. Y mientras busco en el reflejo algún rastro de lo que un día fui, me encuentro con unos ojos, unos ojos palpitantes, cristalinos, entrecerrándose al borde del colapso, puedo jurar que un escalofrío me recorrió la espalda en ese instante

Aquellas pupilas titilantes se posaban sobre mi rostro, mirando a través de este, analizando enfurecidas cada rincón y pensamiento de mi mente. Sentí pavor al recordar que se trataba de mi propia imagen, de mis propios ojos, de mi propio rostro que penetraba mi conciencia con la facilidad de una aguja

La culpabilidad de años de malas decisiones y el profundo sentimiento de desprecio se clavaban como cuchillas sobre mi espalda; y cuando tuve el valor de volver a levantar la mirada un halo tambaleante rodeaba la sonrisa cínica con la que me miraba

El ruido distante del murmullo general me hizo despegar los ojos de aquella lámina, y tan rápido como las voces de los alumnos se hicieron presentes en la planta, volví a la realidad

En el fondo, sabía de sobra que era culpa mía



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