lunes, 2 de septiembre de 2019

Muerte por amor

Dicen que al final, cuando cerramos los ojos y nos dejamos llevar por las memorias de una vida olvidada, cuando estamos dispuestos a descubrir si realmente hay un más allá; solo importan dos cosas:

Los polvos y las risas

Y siempre había estado de acuerdo, muy de acuerdo
De acuerdo hasta ahora... ¿Qué es lo que realmente te hace sentir vivo? ¿Una amistad? ¿Un recuerdo frente a una puesta de sol? ¿Las personas que conoces durante este estrecho camino al que llamamos vida?

No, dios no, pero sí; ante estas preguntas tan sólo se me plantea una única respuesta, amor

Porque cuando alcanzamos la línea de meta, el final, lo único con valor es cuanto hemos amado y si este ha sido correspondido

Y no estoy hablando del tipo de amor que sale en los cuentos de hadas, ese efímero e imposible de digerir; y tampoco estoy hablando de ese amor melancólico sobre el que algunos de mis autores favoritos divagan de forma persistente

No, me refiero al amor como la endeble luz de una vela que alumbra un desván, una luz que hay que mantener, cuidar, y que el simple hecho de tenerla cerca transmita paz

Porque tanto el amor como la luz iluminan, porque tanto el amor como el fuego queman si se toma a la ligera, porque tanto el amor como las estrellas que alumbran el firmamento son dignas de contemplar

Porque cuando llegamos a nuestra hora final, tanto el amor como los momentos de claridad que este transmite son las únicas retentivas de felicidad que iluminan la cara de un rostro sin vida

Porque, y sólo lo diré una vez, amar y vivir, ambas, realmente merecen la pena

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