A veces pienso que nunca pertenecí a este siglo
Quizás debería haber nacido cuando aún no existía el mínimo ápice de nuevas tecnologías y las conversaciones prolíficas sobre la literatura de época se entonaban frente a un cafe, o quizás más atrás, aquella de los romances prohibidos a primera vista, donde la única forma de comunicación entre amantes era una carta indiscreta plagada de sentimientos
A lo mejor en el medievo, me imagino como una de esas damas de ojos verdes y cabellos rubios que actuaban como musas para los tan lejanos poetas, o incluso en la época dorada de España, paseando por las calles renacentistas y entromeriendome de forma indiscreta en cualquier representación teatral
Quizás en cualquier época, pero no ahora, la monotonía y el automatismo del día a día social apenas nos dieron tiempo para aquellas charlas, ahora lejanas, para romances prohibidos o intromisiones inoportunas, el presente tan sólo nos dejó hueco para el arduo estrés de los quehaceres y el deber entablar relaciones apresuradas aún entre nosotros
Sabes bien que más de una vez he soñado con cruzarme a un poeta de siglo por alguna de las tantas cafeterías que solíamos frecuentar, o de acudir a aquellos teatros donde las damas de época tendían a vestir absurdos vestidos y ridículos tocados de los cuales no hubieras tardado en reirte
Quizás sea porque nos acostumbramos a no encajar, o por que el no hacerlo se volvió costumbre habitual, pero se que sabes que no puedo evitar sonreír cuando pienso en charlar sobre el estilo bohemio característico de Neruda o en las numerosas tazas de café que podría haber compartido con Machado y su extraña adicción al mismo
Quizás podría llegar a emocionarme con la idea de intercambiar algunos versos con Luis Cernuda, carcajear para mis adentros cada vez que viese publicado uno de los tantos escritos que definían la rivalidad de Gongora y Quevedo o incluso discutir con Pío Baroja sobre la importancia de la figura femenina en el mundo literario
O quizás podría haberme mantenido alejada de ti, y de la absurda pasión que ambos compartíamos por la literatura. Debería haberme alejado de tus ojos, profundos y oscuros como ellos solos o de las sonrisas que busco apresurada mientras camino y cruzo miradas con rostros, que aún parecidos al tuyo, no lo son
Es probable que sea porque he olvidado tu tacto y prefiero consolarme en alguna obra de García Márquez antes que lidiar de forma explícita con las relaciones aceleradas del siglo XXI
Aunque si algo es seguro es que al igual que me enamoré de tantos autores lejanos, también lo hice de ti; quizás fuese porque te parecieses demasiado a Becquer o por tu tono profundo como marcado por la "Humana Voz" de Alexandre, pero compartía contigo y con tus labios la misma absurda obsesión que mis dedos y las páginas de una edición de bolsillo
La necesidad de escanear tus páginas en busca de una frase que hiciera dar un vuelco al corazón
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