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domingo, 7 de julio de 2019

Oda a una amistad efímera

En la escritura siempre han existido palabras prohibidas, palabras inefables que, por la complejidad de su significado, resultan imposibles de definir

Hace apenas dos días he caído en que amistad es una de ellas, una de esas dichosas palabras que te hace dar vueltas y vueltas sobre un folio en blanco antes de rendirte ante los sentimientos que estás conllevan

No obstante, si de amigos se trata debe, por no decir tiene, que existir un denominador común entre ellos. Mis limitadas experiencias y la reflexiva forma de ser que me caracteriza se juntan como respuesta para hayar la variable que define la ecuación de la amistad

Porque al igual que el humo de nuestros incontables cafés se condensan en sonrisas nostalgicas, también debe de existir un numerador común al por qué de mis pensamientos

Porque estos sentimientos de añoranza no se pueden justificar con un simple "me cae bien" o "quedamos a menudo" y porque sencillamente tiene que existir una explicación a este mar de emociones que me transmiten tus sonrisas

Porque los recuerdos latentes de dos personas y las palabras camufladas tras una charla ahora son meras memorias de lo que alguna vez fuimos

Porque a pesar de mis esfuerzos, a pesar de la insistencia, a pesar de las escasas discusiones y los silencios que colman nuestra relación, he llegado a la conclusión de que para mantener algo tan insólito como es la amistad hacen falta dos personas

Probablemente ya lo expuse en su momento, pero créeme cuando te digo que si dos personas luchan por una misma causa, cualquier victoria es posible

Y eso es lo que extraño, las victorias que nos unen y los gestos que te contradicen, las miradas confiadas y las bromas que ocultan las verdades presas que nunca, nunca, tendremos el valor de excarcelar

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