Querido diario:
A media noche, recorriendo el paseo marítimo con tan sólo la compañía de las olas pensé en ti. Si tan sólo pudiese explicarte una parte de lo que siento...
El olor del tabaco mezclado con el aroma de la brisa marina y el amargo sabor del café (que me había tomado hace apenas unos minutos) fueron suficientes para que todas aquellas emociones ,que creía olvidadas por completo, volvieran de nuevo a mí como el recuerdo de una vieja melodía
Las farolas alumbraban el estrecho camino de vuelta al hotel, mi última noche, mis últimas horas de vacaciones malgastadas pensando en lo que pudimos ser, malgastadas en ti; la única persona de la cual me era imposible deshacerme
"Enamorarse es de tontos o al menos eso dicen los sabios". Ojalá pudiese sacarte un solo segundo de mi cabeza, pero en lugar de eso imagino tu sonrisa, reluciente como de costumbre y tus ojos castaños mirándome con la profundidad del mismo océano. Pequeñas corrientes salinas recorren mi cara y una dolorosa presión se hace presente en mi garganta
Creo que nunca te lo llegué a contar pero me gusta llorar en el mar, o en los días de lluvia. Hace que mis lágrimas se vean tan insignificantes como el motivo por el que lo hago, amor, quien lo diría, tan jodidamente simple y tan endemoniadamente complejo...
Aprovecho las últimas caladas para intentar calmarme, mi respiración agitada, lentamente se va normalizando y el brillo regresa de nuevo a mis ojos. Guardo el mechero en mi bolsillo y con un beso me despido del mar, nadie a parte de él podría saber que te sigo recordando...
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