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martes, 24 de abril de 2018

Algo más que un debate moral


Seis menos seis de la tarde, solo a mí se me ocurre coger el ordenador, abrir Word y ponerme a escribir. Sigo sin creerme el día de hoy, las palabras, los diálogos e incluso los momentos de gloria me resultan ya un recuerdo fugaz de todo lo ocurrido, supongo que ese es uno de mis peores defectos, siempre espero la perfección

Diría que uno de los momentos más estresantes en un debate son las deliberaciones de los jueces, ese momento en el que te entra una mezcla entre emoción y preocupación, ese momento en el que te muerdes las uñas y rezas por que digan el nombre de tu equipo… pero no lo hacen.

La derrota es amarga, extremadamente amarga, aún recuerdo ese instante, nos agarrábamos de las manos con fuerza suplicando, implorando oír por uno solo de nuestros nombres, “Esclavas Madrid 1” dijeron, o “Madrid 1”, tampoco lo recuerdo bien, lo que si que recuerdo son los aplausos, esos aplausos secos, fríos, más bien parecían golpes; esos aplausos que me quebraban lentamente, la derrota había sido un golpe bajo lo admito, pero no fue tan duro como lo que vino después. 

Educadamente aplaudimos a nuestros compañeros, y cuando me levanté para felicitar al primero… lo sentí, sentí otro golpe con el doble de fuerza que el anterior, “Ahí va mi orgullo” pensé y volví a mi sitio, la entrega de premios, las fotos, las felicitaciones por el segundo lugar, todo lo pasé con una sonrisa forzada. Siendo sinceros una felicitación es agradable, el hecho de que te den la enhorabuena por tu esfuerzo reconforta, pero ¿Sabes qué no reconforta? Las miradas cínicas con las que se acompaña a esas felicitaciones, esas miradas que te juzgan de arriba abajo y gritan “Podrías haber hecho más, mejor, podrías haber hecho que tu equipo ganara”. Lo repetiré otra vez, la derrota es amarga, extremadamente amarga, pero no se compara en absoluto con el sabor de la culpa, el simple hecho de pensar que podría haber hecho más no me rompe, me destroza. Si tan solo hubiese escogido refutación desde un principio, si me hubiese adelantado al otro equipo o si tan solo los roles de la final hubiesen sido con la posición en contra… pero no lo fueron
Y aquí estoy Siete menos veinte, sintiéndome orgullosa de mi equipo, escribiendo, dando punto final a esta etapa de mi historia, cerrando el capítulo en el que por primera vez en mucho tiempo supe que podría haber hecho más.

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