Mientras aceleraba el rirmo, entre los recuerdos de las broncas de mi jefe y las charlas superficiales de mis compañeros, suspiré
Caminaba por aquel lúgubre lugar de las afueras de la ciudad, al cual difícilmente se le podía llamar calle
Mis manos desnudas se ocultaban en el vacío de mis bolsillos, la noche era fría y el ambiente cargado de humedad hacía que mis piernas temblasen
Me dispuse a cruzar la esquina del callejón, cuando una voz ronca interrumpió mis mohinos andares
"La cartera o la vida" Pronunció
"¿Y por qué no ambas?" añadí
"¿Te crees que esto es una puta broma?, no intentes joderme" contestó furioso
Volví a suspirar, la tibia luz de la farola situada a pocos metros no era suficiente para distinguir el rostro de mi agresor, sin embargo me fue fácil imaginar su cara al oír mi respuesta
"Insisto, por favor... Quedate con ambas"
Tras unos segundos de desconcierto, el sonido metálico de una navaja atravesó mi estómago, no pude evitar sonreír ante tal acto, mientras mi cuerpo desfallecia sobre el suelo de la calle
Pude sentir una mano palpar mis vaqueros, pero no encontraría dinero alguno. Mis bolsillos, al igual que mi vida se encontraban desiertos
Mientras mi respiración se entrecortaba por el dolor, el agresor deslizó un trozo de papel de entre mis prendas, me pregunto que podría haber encontrado que tuviese valor para él
Tardé unos segundos en darme cuenta, y antes siquiera de que pudiese sostenerme en pie, el ladrón comenzó a correr, atravesando la calle
Con las pocas fuerzas que me quedaban empecé a caminar, mi mano sostenía con fuerza la herida, como si aún tuviera ganas de luchar, aunque ¿Acaso no lo había hecho siempre por ella?
Me paré en medio de la carretera, mi cuerpo apenas respondía y mis sentidos se iban difuminado. Antes de desfallecer pude oír el fuerte ruido del claxon de un coche, mientras una intensa luz se acercaba velozmente hacia mi posición
Cerré los ojos y antes de sentir siquiera el chasis del vehículo, pensé en ella, en su retrato plasmado sobre aquella foto que se escapaba entre las oscuras calles de ese barrio
Es curioso, el motivo por el que aún no me había quitado la vida, fue lo que terminó acabando conmigo
Y con una lágrima me despedí, me despedí de su sonrisa, de sus profundos ojos castaños y de sus recuerdos, que vagamente se desvanecian entre la sangre que brotaba de mi abdomen