miércoles, 29 de enero de 2020

Esa que me dió la vida



Me encantaría poder decirte todo lo que siento, me encantaría sentarme a tu lado en compañía de un café y perdernos en cualquier conversación, así como lo he hecho con muchas otras personas. Me encantaría dar un paseo, de esos en los que te olvidas de la dirección y te limitas a seguir a la otra persona... A pesar de que ninguna tenga un rumbo fijo

Daría lo que fuese por poder encenderme un cigarrillo y, sentadas en un banco, contarte mis problemas, y ¿Por qué no? Que me dieses absurdos consejos sobre la madurez y las experiencias vitales. Pensé que según fuese creciendo podría llegar a disfrutar de tu compañía, realmente lo llegué a pensar... La inocencia siempre ha sido una de mis peores virtudes

Pero, según he ido cumpliendo años me he dado cuenta de que no somos tan parecidas como pensé, de que tenemos estilos de vida diferentes y que mis efímeras preocupaciones no se pueden comparar en absoluto con el yugo de una vida adulta

Aprendí a reconocer las diferencias, esas tan notables entre nosotras, aprendí que por mucho que lo intente nunca podríamos llegar a ser amigas

Quizás sea por la diferencia de edad, o por la excelente calidad de vida que, a diferencia de la tuya, me regalaste desde que tengo memoria. O quizás sea porque chocamos constantemente, quizás porque replico demasiado o tú me dejas hablar poco

Quizás sea porque somos madre e hija

Ha pasado el tiempo, realmente lo ha hecho, y he podido darme cuenta de, a pesar de nuestras constantes discusiones, la belleza oculta en tus sonrisas tras el cansancio de un día laboral

He aprendido, aprendido... Más bien me has enseñado, me has enseñado a valorarte y, aún más importante a valorarme, me has enseñado a crecer sin necesitar tu mano, me has enseñado a ser amable, valiente, fuerte, aún sin perder el brillo infantil en mis ojos; me has enseñado a ser, me has enseñado a vivir y a tirar de las riendas incluso cuando tú misma estabas demasiado cansada para hacerlo

Me has enseñado tantas cosas que se te olvidó enseñarme lo importante que eres para mí

Y puede que sea porque acabamos de discutir, y puede que sea por los años de adolescencia en los que pensé que no te necesitaba o por el poco tiempo que pasamos juntas

Pero si echo la vista atrás, si (como decía Antonio Machado) veo el sendero que nunca he de volver a pisar, te veo a ti

Te veo sujetándome de la mano, o dejándome ir para que empezase a descubrir el mundo por mi cuenta. Te veo regañandome por hacer alguna estupidez de la cual me acabé arrepintiendo o apoyando mi cabeza sobre tu hombro consolandome cuando estaba triste

Y quizás nunca disfrutemos de ese café o de esos paseos, pero si voy a disfrutar de tu compañía, porque el mejor favor que podrías haberme hecho nunca es el de ser mi madre

Gracias Mamá