lunes, 14 de junio de 2021

Ladrillos. Parte 1

 Habían pasado unos cuantos años ya desde que me mudé a aquel edificio a las afueras, 

Recuerdo la primera vez que visité el lugar, se trataba de un sencillo bloque de apartamentos rodeado de edificios aún en construcción, hacía poco que habían comenzada a edificar la zona por lo que no había mucho que descubrir, pero al menos la renta era asequible

La charla con el casero fue breve, hablamos de las trasferencias correspondientes a las cuotas de cada mes y, tras apenas media hora de conversación y firmas, me tendió las llaves de lo que sería mi nuevo hogar

El piso también era simple, aburrido, pensé en su momento. Tenía cuatro habitaciones pobremente decoradas pero con las comodidades justas para ser considerada una vivienda

Todas las mañanas emprendía el mismo camino al trabajo, salía del portal, bajaba la calle, pasaba por delante de las obras y llegaba al metro. Trabajaba de nueve a cinco y regresaba a mi apartamento

Así sucesivamente, día tras día

La relación con los vecinos tampoco resultaba extraordinaria, un hola y adiós si nos encontrábamos por casualidad en el portal y lo mismo para las juntas, en las cuales mi participación era casi nula

Nunca me paré a pensar si la vida que tenía era la que hubiera deseado tener, me limitaba a encerrarme en mi trabajo que me permitía pagarme el alquiler, pasearme por mi piso realizando las distintas tareas según requerían y salir a la compra en caso de que la comida empezase a escasear

De vez en cuando llamaba a mis familiares y amigos, supongo que, al igual que mi asistencia a las juntas vecinales, aquello era algo que hacía por plena cortesía, nada en ello me generaba ninguna clase de interés

Tenía una vida corriente y así esperaba que así siguiese siendo

Cuando la zona comenzó a volverse un poco más popular algunos bares abrieron cerca de mi vivienda, decidí aprovechar la situación para comenzar a salir con algunos compañeros de trabajo o ponerme al día con algún amigo que pasaba por ahí. Los viernes me tomaba un descanso, pasaba por aquel bar cuyo nombre, por veces que haya frecuentado, nunca consigo recordar y me pedía una cerveza mientras mi compañía me daba conversación

Las charlas no eran triviales, política y familia en su mayoría, supongo que aquello no tardó en volverse rutina pues, el camarero que ahí trabajaba siempre tenía una caña con mucha espuma preparada según entraba por la puerta

 Dentro de lo ordinario de mi día a día, había ocasiones en las que algún evento arruinaba mi monótono calendario. Era un miércoles,  me encontraba en la oficina cuando el móvil comenzó a sonar; aproveché para salir a las máquinas a por un café mientras contestaba la llamada

-Buenos días encanto- pude oír al otro lado de la línea

El tono y la energía hacían a su voz inconfundible

-Buenos días hermano- me limité a contestar con el mismo tono de siempre

-Tan alegre como de costumbre- dijo él - Pues prepárate porque tengo noticias que contarte

Solté un leve suspiro mientras introducía alguna monedas en la máquina que no tardó en servirme un cortado

Minutos después volví a mi mesa, le di un último sorbo al café mientras repasaba la  conversación que había tenido lugar durante mi descanso. La relación con mi hermano nunca había sido muy cercana, nos limitábamos a llamarnos por navidades y escribirnos una vez a la semana para preguntarnos por nuestra vida, por eso me sorprendió tanto que me preguntase si quería asistir a su despedida de soltero

Entre pensamiento y pensamiento, mis dedos comenzaron a moverse solos en el ordenador, y cuando quise darme cuenta ya eran las cinco. Comencé a recoger y miré el reloj una última vez, saqué el móvil, busqué el contacto de mi hermano, el cual ya me había enviado la dirección y escribí:

-Ahí estaré-

El miércoles pasó a jueves y el jueves no tardó en hacerse viernes, me encontraba en la entrada de un restaurante donde el bullicio que mi hermano y sus amigos estaban generando me indicó que estaba en el lugar correcto. El camarero me llevó a la mesa donde estaban situados y comenzamos a beber y celebrar la buena noticia. Me enseñó algunas fotos de la que sería su futura esposa, una mujer muy guapa, de unos veintipocos y, que por la forma en la que todo el mundo hablaba de ella, era la mujer perfecta para mi hermano

A media noche las copas empezaron a hacer efecto, decidí salir a la calle a fumar, y el homenajeado decidió acompañarme

-Deberías pensar en buscar tu también- me dijo mientras me tendía un cigarrillo

-¿Una mujer? - pregunté sacando el mechero

- Un propósito- contestó él

No se si fue por el alcohol, por la emotividad de la noche o porque me había acostumbrado a vivir por inercia, pero sus palabras impactaron en mi como dos platillos al chocar. Me quedé pensativo unos minutos, ambos en silencio, mientras fumábamos contemplando la noche

Cuando nos acabamos el cigarrillo él se dispuso a entrar, a lo que le detuve. Tardé unos segundos en encontrar las palabras adecuadas y me limité a decir

-Lo intentaré-

Mi hermano sonrió, me dedicó una de esas sonrisas sinceras para después añadir

-La boda será en unos meses, traer acompañante es opcional según la invitación, pero para ti es obligatorio- 

Y con un guiño se despidió de mi, dejándome a merced de la noche y mis pensamientos

No sé ni que hora sería cuando decidí retomar el camino a casa, decidí ir a pie, pues aún iba algo perjudicado por la fiesta, en apenas una hora llegué a mi calle

No podía dejar de darle vueltas a las palabras de mi hermano, ¿Un propósito? ¿Acaso el deseo de un trabajo estable y una vida normal no contaban como uno?

Además, me dije, en una vida tan corriente, en la que no pasa nada nuevo, dudo que haga falta un propósito

Y, como si de una mala broma del destino se tratase, tropecé y caí de bruces contra el suelo

Me levanté para ver que era lo que me había hecho protagonista de tan ridícula escena, para mi sorpresa me encontré unas cuantas tizas tiradas por el suelo en frente de un enorme descampado que aún nadie había comprado y, por consiguiente, que aún no había sido edificado

Nunca me había parado a apreciar aquel lugar a pesar de que pasase por ahí todos los días, quizás era porque por las mañanas salía con prisa a trabajar o por las tardes mi único pensamiento era llegar a casa y descansar; siempre había tenido constancia de que el solar existía, pero no me había parado a darle la importancia que merecía

Intenté dar un paso tras la caída, pero mi espalda dolía con fuerza, furioso cogí la tiza que me había hecho tropezar y la estrellé contra cuna de las paredes de aquel lugar. El impacto, además de un ruido en seco, creó también una mancha blanca sobre el color rojizo de los ladrillos que se amontonaban allí

Una idea fugaz se cruzó por mi cabeza, en cualquier otra situación la hubiese ignorado pero el dolor del impacto, el alcohol nublándome el juicio y las tizas de colores que a mi alrededor descansaban incitaban a dejarme llevar

Tomé unas cuantas del suelo, sin importarme el color y me dirigí al mismo ladrillo que había pintado parcialmente de blanco. Lancé una mirada general a la pared y alguna furtiva a mi alrededor, por si había gente observando. Cuando me di cuenta de que estaba solo, comencé a escribir

"SE BUSCAN PROPÓSITOS"

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domingo, 9 de mayo de 2021

Aburrimiento y tortura

 Supongo que nunca me será fácil expresar lo que siento, al menos no con palabras...

En ocasiones hay días, de esos que no son tan animados para ser considerados buenos pero tampoco tan agotadores para ser tachados de malos, en los que me siento fuera de mi misma. Es como si observase mi cuerpo desde fuera, como si una neblina rodeara mi cabeza y estrujase con fuerza cada vez que intento hacer memoria sobre lo que ha pasado 

Días en los que me siento nerviosa sin motivo aparente, como cuando te ponen en frente tu plato favorito a sabiendas de que estás lleno, como cuando te levantas tarde después de un "5 minutos más" en el que te quedas profundamente dormido hasta las tantas, desaprovechando así el día

Y, para alguien así, alguien que sabe animarse cunado está triste, consolarse cuando se siente decepcionada y calmarse cuando la rabia fluye por las venas en lugar de sangre; para alguien como yo, ese es el peor sentimiento al que enfrentarse

Quizás porque no sepa, a diferencia del resto, cómo controlarlo; o quizás porque sea de la clase que no me da las suficientes justificaciones para decir que estoy teniendo un día duro... Pero lo más probable es que sea una excusa, un mecanismo de defensa de mi cuerpo, ante la monotonía

Soy adicta a la melancolía, aunque sea algo que tanto tú como la gente que me conoce sepa de sobra, soy propensa a minar mis fallos hasta el punto de volverlos autocrítica y no introspección, es normal en mi pasar días, por no decir semanas, volcada en un mismo tema, extrayendo y devorando cada ápice de menosprecio hasta que no queda nada más que explotar

Pero también soy proclive a la alegría desenfrenada, a los sentimientos de euforia que pueden llegar a confundirse con histeria; a que, de la nada, nazca en mi un ápice de felicidad que no tarda en volverse una maraña de sonrisas y carcajadas que desaparece con la misma velocidad a la que se ha formado

Porque cuando he pasado por ambas fases, cuando me he odiado y cuando he amado, cuando mi cuerpo se satura de esas dos emociones sin freno, cada una más intensa que la anterior... cuando eso ocurre, tan solo queda ese sentimiento

Ese odioso nerviosismo, esa inquietud que no me da ni felicidad ni tristeza, ese temblor acelerado que nubla mis pensamientos y que tan solo me permite vislumbrarle a él mismo. Ese sentimiento que tantos otros conocen como aburrimiento o monotonía, pero yo apodo como tortura

Es probable que ese sea el motivo por el que, en ocasiones estoy tan activa aunque parezca agotada; porque, antes de lidiar con algo que no puedo controlar, prefiero satisfacerme momentáneamente con cualquier otra cosa, distrayendo así mi mente de esa nube tóxica de la que es tan difícil escapar

Quizás sea por eso por lo que busco la calma en uno de mis tantos cigarrillos, quizás sea ese el motivo por el que bebo poco en soledad o demasiado en compañía; quizás sea la causa de mi espontaneidad o de que, en una misma conversación, mezcle tantas historias como me sean posibles hasta volverlas un cóctel imposible de comprender

Quizás sea por eso por los que buscaba, varias veces a la semana, compañía entre los brazos de algún desconocido. Porque, a diferencia del horrible sabor del alcohol, de los dolores de cabeza que me producía hablar del tema o el picor de garganta y mareos causados por el tabaco, el sexo era fácil

Era un alivio instantáneo, un placebo ante una enfermedad terminal,  una tirita ante una quemadura, era una buena dosis de endorfinas y autoestima que, momentáneamente, bloqueaban aquel sentimiento y me permitían respirar

Y eso era lo que más me gustaba, algo simple, asequible, rápido y placentero; algo que no tenía efectos secundarios, algo que me permitía volver a la rutina de desprecio y euforia a la que estaba acostumbrada

Pero claro, entonces apareciste tú

Nunca me ha gustado compartir lo que siento, al menos no de forma oral, la incompetencia y desgano con la que me expreso al hablar dejan mucho que desear a la sinceridad y plenitud con la que lo hago de forma escrita

Pero desde que llegaste a mi vida rara es la ocasión en la que no tengo este sentimiento, quizás porque no tengo la fuerza para criticarme de la forma en la que solía hacerlo pues el simple hecho de estar a tu lado origina en mi una sonrisa impenitente; o quizás porque la tristeza que me genera darte un último beso me impida sentir esa alegría extrema que me definía

No me malinterpretes, este sentimiento, el mismo que me ha acompañado hoy y otras tantas veces antes de conocerte no se debe a ti, como ya he dicho es algo que cargo conmigo desde que tengo memoria

Pero el desahogo, el método meramente carnal y sin afecto con el que solía lidiar con este trastorno, entra en contradicción con el hecho que te amo

Porque no me es posible ser tan egoísta para utilizarte de ese modo y, aunque mi corazón se siente aliviado porque el hecho de que sea incapaz confirma mis sentimientos por ti, mi cabeza, aturdida por el nerviosismo exacerbado, me pide a gritos ese alivio momentáneo

Supongo que eso es algo con lo que tendré que aprender a lidiar, porque me niego que ese acto que compartimos, que ese encuentro en el que me abro para ti y tu para mi se limite a aquello que tantas veces practiqué con extraños. Porque soy reacia a que esas reuniones bajo las sábanas, aquellas donde me entrego a ti y no al placer, se vuelvan mero sexo

Porque te quiero demasiado para utilizarte de ese modo

Y ese es el mismo motivo por el que estoy segura de que no tardaré en encontrarle una solución

Por mí y principalmente, y más importante, por tí

Porque, en efecto, te amo tanto como solo mi corazón sabe pronunciar

jueves, 29 de abril de 2021

Respira

 Y, mientras le esperaba en frente de aquella facultad, con un café adornando una de mis manos y un cigarro ahumando la otra, suspiré

Mis pensamientos, antes acelerados, parecieron reducir su velocidad dejando, por primera vez en mucho tiempo, que mi mente se quedase en blanco. Supongo que con él rara vez había tiempo para respirar

Y no, no me refería al sexo apresurado ni a los miles de planes que se quedaban en el aire, ni siquiera me refería a su dogma de vida, siempre ocupada, que definía su credo. Me refería a mi, a nosotros, a la necesidad compulsiva que querer vernos aun sin saber como reaccionar al encontrarnos

A omitir las palabras en besos, a no hablar de nada más que no tuviese que ver con nosotros, a obviar las conversaciones triviales que tanto disfrutaba. A esa manía de comentar el pasado pero nunca más allá de lo poco que habíamos vivido juntos, a hablar del futuro y de como podríamos compartirlo 

Resultaba asfixiante, pero era una asfixia que pasaba desapercibida entre nosotros pues, como ya he citado, el mundo giraba a nuestro alrededor. Una asfixia que de vez en cuando acababa por hacerse notar en los días en los que alguno no actuaba como el otro esperaba, una asfixia que, en ocasiones, resultaba agotadora

Quizás era porque yo disponía de mucho tiempo y él de muy poco, quizás fuese porque él amaba el silencio y yo tenía predilección por el ruido, quizás es porque aún no somos capaces de encontrar un punto en común

Quizás deberíamos empezar a hacer vida fuera de su zona de confort, y quizás yo podría acostumbrarme a un fin de semana tranquilo estudiando, quizás podríamos espaciar nuestras quedadas o aprender a convivir con el ansia y el nerviosismo que estas imponen, quizás deberíamos dejar de preocuparnos por el tiempo y quizás podríamos probar a dejarnos llevar

Pero quizás lo que más necesite es respirar

Respirar... eso es algo de lo que estoy segura, respirar, respirar no junto a él sino para estar con él; quiero respirar para ver con objetividad todos estos obstáculos y quiero respirar para coger carrerilla y superarlos todos

Porque de nada sirve respirar mientras haces algo que te cansa y porque, por suerte para ambos, siempre fui de las que recobraban rápido el aliento

Respira conmigo, si hay algo que sé que nunca me fallará contigo son las fuerzas

Solo respira 

sábado, 3 de octubre de 2020

Fue ahí cuando me di cuenta

En el fondo, nunca se me dieron bien las personas

Quizás era por eso por lo que te consentía tanto, porque tenía la necesidad de complacerte en cada uno de los estúpidos caprichos que salían de tu boca. Quizás era por eso por lo que me entregaba por completo  a ti, aún sabiendo que los sentimientos con los que me pronunciabas nunca serían los mismos que los que yo tenía por ti

Pero una vez más el tiempo no tardó en poner todo en su sitio

Comencé a cansarme de aquellas conversaciones sin sentido que se asemejaban a hablar con una pared; empecé a hartarme de tu personalidad egoísta y de tu fe irracional con la que inundabas mis oraciones. Aunque, siendo sinceros, de lo que me acabé saciando hasta el punto de reventar, fue de ti

Alejarme no fue difícil, eso lo reconozco, aquello fue como darle al cuerpo una buena dosis de lo que por tanto tiempo había estado implorando. Pero, de vez en cuando, el tenerte cerca volvía a mi memoria como el recuerdo tembloroso de una jeringuilla sobre el lavabo

Aunque sabía que no te necesitaba, la costumbre y la dependencia hacían de mi cabeza un torbellino, incluso el humo de los cigarrillos era más denso si los fumaba pensando en ti

Eras adictivo, nunca llegué a probar tus labios o tus palabras sinceras, pero el simple hecho de creer que podía cambiarte fueron suficientes para acabar conmigo. Me consumías más rápido de lo que la razón podía entonar

Eras alguien a quien quería, o al menos eso era lo que mi corazón pautaba, en el fondo lo que nos mantenía en pie era tu necesidad de adulación y mi manía de idealizarte

Eras distinto; o eso me parece ahora, tu rostro apenas había cambiado con los años pero había algo en tu mirada, un ápice de rabia quizás, que no había tardado en formarse con la acumulación de malas experiencias que no tardabas en exculpar hacia los demás

Nunca eras el culpable, o al menos eso pensabas. Nunca eras el problema, aún siendo el factor común de todos ellos. Nunca te interesaste por nada más que lo que te convenía, y eso era una de las cosas que más me irritaban

En su momento llegué a pensar en que tenías suerte, que todos los magníficos seres que te rodeaban no eran más que una coincidencia de aquel destino en el que nunca llegué a creer; que aquella personalidad magnética que te definía se limitaba a los encuentros causales que hacían estremecer la piel. Pero no tardé en darme cuenta de que el azar no podía limitar aquella magia que sentía al estar contigo

Fue ahí cuando, como si de un golpe en seco se tratase, una idea me golpeó con fuerza. Quizás todos esos encuentros fantásticos no se debían a tí sino a mí, quizas disfrutaba tanto tu compañía porque en el fondo, muy en el fondo, era como ver el conjunto de errores que definían mi vida hechos persona

Porque te parecías tanto a mí hasta el punto de provocarme nauseas, porque eramos tan distintos que me atraías como la otra cara de un imán

Porque definirte era casi tan imposible como odiarte...

Y creeme cuando te digo que he intentado ambas 
 









martes, 25 de agosto de 2020

En el amor y la guerra

 Para las personas empáticas, una declaración de amor es similar a una declaración de guerra. Es una de esas situaciones que aunque se pueden deducir por el contexto, como un paseo nocturno por el parque, una buena cena con velas o una despedida fugaz en un portal tras una tarde juntos; suelen tomarte tan de sorpresa que te dejan indefenso ante semejante ofensiva emocional

Para las personas empáticas, una declaración meditada y recíproca, de esas tan cursis en las que se para el mundo y el corazón comienza a bombear sangre apresurado, provoca una sensación semejante a tocar el cielo, en especial si el amor es correspondido. Pero tratándose de sentimientos, rara vez ocurre que la cabeza se antepone a las vísceras...

¿Acaso estar enamorado no es una de las sensaciones más amargamente dulces que existen? 

En más de una ocasión he sido tachada de romántica por defender a las parejas que caminan de la mano o la los adolescentes que buscan entre caricias y besos la compañía del otro, porque las personas empáticas somos conscientes de que luchar contra el amor es una batalla perdida

Y es que aún no he conocido a nadie más enamorado del amor que quien lo está

Para las personas empáticas, recibir una declaración no correspondida es parecido a divagar en una campaña naval sin armas para defenderse, a quitarse las emociones una a una y sentir el desnudo que un "me gustas" conlleva 

Quizás sea por eso por lo que las personas empáticas tienden a cambiar de tema, o a deducir que se enfrentan a una broma de mal gusto; porque son tan conscientes del dolor que implica un sentimiento no correspondido que prefieren esconderse en las trincheras de las escusas antes que enfrentarse a las granadas de fragmentación que suponen las declaraciones 

Quizás sea por eso por lo que tardé en reaccionar o preferí dejar tus sentimientos a un lado y continuar nuestra tarde juntos como solíamos hacerlo; quizás le dí demasiada importancia a tus palabras o, por el contrario, las otorgué muy poco; pero cuando acorralas a un soldado este tan solo tiene dos opciones, enfrentarse al enemigo y herirlo o afrontar su desventura y entregarse a las consecuencias

La personas empáticas, al preferir su propio dolor antes que causarlo, suelen escoger la segunda opción... y, para ser sinceros, yo también lo hice

Porque en el amor y la guerra, en especial si se lucha por causas opuestas, siempre hay un bando que sale perdiendo

Porque para el amor y la guerra, ambos, nunca me sentí preparada... Y tú no ibas a ser la excepción




miércoles, 5 de agosto de 2020

Lo que me gusta de ti

Es curioso como las personas son capaces de hacer sentir tanto con apenas unas palabras, de evocar con ternura recuerdos que en su momento fueron dolorosos y de devolverle a uno sonrisas melancolicas al borde de perderse en el olvido

Supongo que por eso me gustaste tanto, quizás fuese por esa capacidad única de pronunciar las palabras más pedantes sin sonar redundante o por aquella manía de adjetivar valorativamente a todos los sustantivos que se cruzaban entre tus dedos

Quizás fuera por aquellos ojos, y no me refiero precisamente a los míos, por el tono café de tu mirada y el sin fin de latidos que esta es capaz de hacerme sentir. Por esas pupilas incandescentes que han hecho que durante todos estos meses haya sido incapaz de mirar una foto tuya sin rendirme ante los sentimientos que esta conlleva y, por consiguiente, apartar la mirada avergonzada. El café, al igual que tu iris son dos de mis puntos débiles

Quizás fuera por esa actitud bohemia por la que me acabé enamorando de ti, porque al igual que sabía que jamás te apegarías a las convenciones ni al uniformismo de una vida tranquila, supe que tampoco lo harías de mi

Aunque nuestra relación probablemente se fundamentó en aquella la aversión absoluta que ambos compartíamos hacia el aburrimiento, quizás fuese por esa necesidad intrínseca de probar cosas nuevas, o en nuestro caso probarnos el uno al otro en el sentido más explícito posible, lo que terminó por dictaminar nuestros encuentros

Pero de poco sirve recordar todos esos quizás, el simple hecho de mencionarlos evoca de forma impenitente el mismo sentimiento del que por tanto tiempo he buscado deshacerme

Tarde varias semanas en dejar de acechar tus ojos entre los desconocidos que se cruzaban por las calles que solíamos frecuentar, y otras tantas en intentar no pensar en ti al menos una vez al día. Pero lo que terminó por dictaminar mi objetivo, aquel tan agotador de olvidarte, fue el dejar de recordar el sonido de tu voz

Si el simple hecho de leerte han conseguido despertar en mi sensaciones que creía olvidadas, no quiero ni imaginarme el resultado de volver a verte, de sentarme contigo a ponernos al día y derretirme entre tus palabras a la velocidad del azúcar, ese que tanto te gusta, en el café

Pero si de algo estoy segura, y encima lo considero el único motivo por el que te voy a volver a ver, es que nada volverá a pasar entre nosotros. Podría decir que es porque ya no me atraes, o porque busco a alguien que comparta mi interés por la estabilidad emocional, pero eso sería engañarme a mi misma

Sé que no pasará nada porque, aunque haya corrido el tiempo, siempre serás de las personas que anteponen un plato nuevo y exótico al calor de uno familiar

Porque eres tan incapaz de dejar de descubrir como yo de dejar de recordar

Y eso, sin duda, es lo que más me gusta de ti


viernes, 31 de julio de 2020

Sin esfuerzo no hay recompensa

Sin esfuerzo no hay recompensa

Una verdad como un templo

Sin esfuerzo no hay recompensa

Un refrán irrefutable

Me resulta fascinante como te cuesta tan poco adaptarte a la situación o entender algo tan rápido

Me decían mis conocidos

Me resulta fascinante como algo puede hacerme sentir tan mal si no me he esforzado para conseguirlo

Me digo a mi misma

Supongo que podría atribuir mi desdén a como han subido las notas de corte y con ello la dificultad de acceso a una carrera que me gusta. Podría exculparme en lo difícil que ha sido mantener el ritmo de estudio durante esta cuarentena o que me puse nerviosa durante los exámenes...

Pero estaría mintiendo

La cruda realidad es otra, nunca me importaron las notas y por consiguiente nunca me importó mi futuro. Es curioso como una persona tan obsesionada por el control puede mostrar tanta dejadez en los estudios, los cuales son esenciales para dictaminar el mañana, en especial a estas edades

Si tuviera que buscar culpables, a parte de señalarme con el dedo de forma indiscriminada, me pararía a mirar de reojo a la costumbre, a aquella odiosa filosofía de vida que entendía por día a día

Fue la costumbre la que me hizo acostumbrarme, aunque suene bastante estúpido, a aprobar sin estudiar, a salirme con la mía sin mostrar un ápice de voluntad, a las recompensas sin esfuerzo...

Durante los primeros años de secundaria me gustaba pensar que las cosas cambiarían, que por alguna clase de milagro o fuerza extraordinaria me percataria de que no estaba haciendo las cosas bien. Podría excusarme en los adjetivos, aquellos como capaz o trabajadora que mis conocidos no dudaban en pronunciar, pero aquellas palabras tan sólo me alentaban a dejarme llevar por aquella costumbre habitual que aún me persigue, a continuar pensando que me estaba esforzando aunque fuese minimamente

Mi esfuerzo no sólo era mínimo sino nulo

Quizás fue por la misma monotonía por la que comencé a centrarme más en el ámbito laboral, y quizás fue por centrarme demasiado en el ámbito laboral por lo que ahora me estoy replanteando la idea de las oposiciones

He de decir que siempre me consideré una persona competitiva, pero no tardé en darme cuenta que en los estudios nunca podría rivalizar con mis compañeros , por eso me lancé a la aventura de los trabajos o la escritura, por eso perdía tanto el tiempo, porque sabía que nunca podría ganar

Ser de las primeras en tener cierta independencia económica o ser capaz de sacar una sonrisa a mis conocidos con tan solo escribirles un par de líneas hicieron que mi desinterés por el aspecto académico pasase desentendimiento completo por los mismos

No me malinterpreteis, me encantaba aprender, lo que me disgustaba hasta el punto de resultar repulsivo era estar horas pegada a un libro aún cuando lo que había en sus páginas no me interesaba lo más mínimo

Y acabé por aprender, creerme cuando os digo que no hay lección más severa que la de aspirar a un futuro y que este se vea condicionado por tu pasado

Ahora de poco sirve lamentarse, pero el remordimiento de tener que vivir una vida construida a partir de un plan B queda para siempre. Me gustaría pensar que si me hubiera dado cuenta de todo esto antes las cosas serían distintas, pero si he sido incapaz de cambiar mi actitud durante todos estos años ha sido porque siempre he sido consciente del problema, y nunca, nunca le he puesto solución

¿Será verdad eso de que las personas no cambian?

Imagino que es un poco tarde para pensar en ello