domingo, 29 de septiembre de 2019

Besos con sabor a culpa

Y en el momento de la despedida, la amarga despedida que acompaña a la de sus labios, mi corazón se llenó de lágrimas

Hice lo que pude para no llorar, para no mostrar el dolor de un sentimiento no correspondido, el cual dudo que me atreva a pronunciar. Aunque fue en vano, apenas di tres pasos cuando rompí en un mar de cataratas

Porque yo soñaba, soñaba con uno de esos besos mágicos en los cuales se parase el tiempo, soñaba con mirarnos a los ojos durante horas, soñaba con cartas de amor y citas, soñaba con su cuerpo sobre el mio; pero se limitaban a eso, sueños

Soñaba y soñaba y no dejaba de soñar, pero la realidad era muy distinta, porque lo que para mí era una mañana plagada de infinitas posibilidades, para el eran meras charlas sobre nuestras preocupaciones, porque el valor que para mi significaba darle un beso aún con el hastío de un amor no correspondido, para él eran meras cortesías de despedida de un "me gustas"

Porque aquella mañana no solo se volvió monótona sino exasperante, le quería, le quería como solo los latidos de mi corazón sabían pronunciar, le quería desmesuradamente, le quería como las estrellas que me acompañaban las noches que pensaba en él, le quería de lejos, porque sabía que en el momento que confesase las sombras que yo ocultaba, dejaría de mirarme como si fuese el sol

¿Acaso él me quería? La respuesta era simple, se limitaba a una única palabra de dos letras acabada en "o", pero por algún motivo, algún absurdo y estúpido motivo, las mariposas volvían a mi estómago cada vez que intercambiábamos miradas

Porque él me gustaba, joder realmente me gustaba, como me gustaban los atardeceres y la música fugaz, como me gustaba perderme entre sus manos bajo la fragilidad de su piel, me gustaba tanto como me gustaba quererle; y fue ahí cuando me pregunté por cuanto tiempo más lo seguiría haciendo

¿Por cuanto más podría soportar los persistentes golpes de mi corazón contra mi pecho? ¿Por cuanto más podría confinar la verdad oculta entre mis dedos? ¿Por cuanto más seria capaz de ocultar el dolor entre pálidas sonrisas?

¿Por cuánto tiempo más podría llegar a quererle como le quiero ahora?


martes, 17 de septiembre de 2019

El espejo del alma

12 en punto

La ausencia de los alumnos que hace apenas unos minutos sitiaban las aulas me consumía al ritmo de los versos de Neruda
Una soledad se hace latente entre los recovecos del aula y suspiros fugaces remarcan el sentimiento Mohíno que me consume

Y sí, es cierto que podría estar afuera, absorta entre conversaciones triviales con algunos de mis compañeros o llenando el vacío entre horas con un tentempié matutino. Pero el silencio de no sólo un aula, sino de un piso entero resulta demasiado gratificante para dejarlo escapar

Pero en lugar de disfrutar de aquella sinfonía seca, una angustia me hace dirigirme al lavabo, a los pocos pasos levantó mi cabeza para encontrarme con un rostro cansado, rodeado de él azul característico de la falta de sueño y una mirada que refleja el agotamiento de una mente inquieta

Realmente me dieron ganas de golpear el espejo

Los cabellos rubios y el brillo esmeralda, las expresiones alegres y las sonrisas que antes ardían con la tonalidad de mis mejillas, se han vuelto ceniza de un corazón ilusionado. Y mientras busco en el reflejo algún rastro de lo que un día fui, me encuentro con unos ojos, unos ojos palpitantes, cristalinos, entrecerrándose al borde del colapso, puedo jurar que un escalofrío me recorrió la espalda en ese instante

Aquellas pupilas titilantes se posaban sobre mi rostro, mirando a través de este, analizando enfurecidas cada rincón y pensamiento de mi mente. Sentí pavor al recordar que se trataba de mi propia imagen, de mis propios ojos, de mi propio rostro que penetraba mi conciencia con la facilidad de una aguja

La culpabilidad de años de malas decisiones y el profundo sentimiento de desprecio se clavaban como cuchillas sobre mi espalda; y cuando tuve el valor de volver a levantar la mirada un halo tambaleante rodeaba la sonrisa cínica con la que me miraba

El ruido distante del murmullo general me hizo despegar los ojos de aquella lámina, y tan rápido como las voces de los alumnos se hicieron presentes en la planta, volví a la realidad

En el fondo, sabía de sobra que era culpa mía



lunes, 2 de septiembre de 2019

Muerte por amor

Dicen que al final, cuando cerramos los ojos y nos dejamos llevar por las memorias de una vida olvidada, cuando estamos dispuestos a descubrir si realmente hay un más allá; solo importan dos cosas:

Los polvos y las risas

Y siempre había estado de acuerdo, muy de acuerdo
De acuerdo hasta ahora... ¿Qué es lo que realmente te hace sentir vivo? ¿Una amistad? ¿Un recuerdo frente a una puesta de sol? ¿Las personas que conoces durante este estrecho camino al que llamamos vida?

No, dios no, pero sí; ante estas preguntas tan sólo se me plantea una única respuesta, amor

Porque cuando alcanzamos la línea de meta, el final, lo único con valor es cuanto hemos amado y si este ha sido correspondido

Y no estoy hablando del tipo de amor que sale en los cuentos de hadas, ese efímero e imposible de digerir; y tampoco estoy hablando de ese amor melancólico sobre el que algunos de mis autores favoritos divagan de forma persistente

No, me refiero al amor como la endeble luz de una vela que alumbra un desván, una luz que hay que mantener, cuidar, y que el simple hecho de tenerla cerca transmita paz

Porque tanto el amor como la luz iluminan, porque tanto el amor como el fuego queman si se toma a la ligera, porque tanto el amor como las estrellas que alumbran el firmamento son dignas de contemplar

Porque cuando llegamos a nuestra hora final, tanto el amor como los momentos de claridad que este transmite son las únicas retentivas de felicidad que iluminan la cara de un rostro sin vida

Porque, y sólo lo diré una vez, amar y vivir, ambas, realmente merecen la pena