Quizás era por eso por lo que te consentía tanto, porque tenía la necesidad de complacerte en cada uno de los estúpidos caprichos que salían de tu boca. Quizás era por eso por lo que me entregaba por completo a ti, aún sabiendo que los sentimientos con los que me pronunciabas nunca serían los mismos que los que yo tenía por ti
Pero una vez más el tiempo no tardó en poner todo en su sitio
Comencé a cansarme de aquellas conversaciones sin sentido que se asemejaban a hablar con una pared; empecé a hartarme de tu personalidad egoísta y de tu fe irracional con la que inundabas mis oraciones. Aunque, siendo sinceros, de lo que me acabé saciando hasta el punto de reventar, fue de ti
Alejarme no fue difícil, eso lo reconozco, aquello fue como darle al cuerpo una buena dosis de lo que por tanto tiempo había estado implorando. Pero, de vez en cuando, el tenerte cerca volvía a mi memoria como el recuerdo tembloroso de una jeringuilla sobre el lavabo
Aunque sabía que no te necesitaba, la costumbre y la dependencia hacían de mi cabeza un torbellino, incluso el humo de los cigarrillos era más denso si los fumaba pensando en ti
Eras adictivo, nunca llegué a probar tus labios o tus palabras sinceras, pero el simple hecho de creer que podía cambiarte fueron suficientes para acabar conmigo. Me consumías más rápido de lo que la razón podía entonar
Eras alguien a quien quería, o al menos eso era lo que mi corazón pautaba, en el fondo lo que nos mantenía en pie era tu necesidad de adulación y mi manía de idealizarte
Eras distinto; o eso me parece ahora, tu rostro apenas había cambiado con los años pero había algo en tu mirada, un ápice de rabia quizás, que no había tardado en formarse con la acumulación de malas experiencias que no tardabas en exculpar hacia los demás
Nunca eras el culpable, o al menos eso pensabas. Nunca eras el problema, aún siendo el factor común de todos ellos. Nunca te interesaste por nada más que lo que te convenía, y eso era una de las cosas que más me irritaban
En su momento llegué a pensar en que tenías suerte, que todos los magníficos seres que te rodeaban no eran más que una coincidencia de aquel destino en el que nunca llegué a creer; que aquella personalidad magnética que te definía se limitaba a los encuentros causales que hacían estremecer la piel. Pero no tardé en darme cuenta de que el azar no podía limitar aquella magia que sentía al estar contigo
Fue ahí cuando, como si de un golpe en seco se tratase, una idea me golpeó con fuerza. Quizás todos esos encuentros fantásticos no se debían a tí sino a mí, quizas disfrutaba tanto tu compañía porque en el fondo, muy en el fondo, era como ver el conjunto de errores que definían mi vida hechos persona
Porque te parecías tanto a mí hasta el punto de provocarme nauseas, porque eramos tan distintos que me atraías como la otra cara de un imán
Porque definirte era casi tan imposible como odiarte...
Y creeme cuando te digo que he intentado ambas