sábado, 3 de octubre de 2020

Fue ahí cuando me di cuenta

En el fondo, nunca se me dieron bien las personas

Quizás era por eso por lo que te consentía tanto, porque tenía la necesidad de complacerte en cada uno de los estúpidos caprichos que salían de tu boca. Quizás era por eso por lo que me entregaba por completo  a ti, aún sabiendo que los sentimientos con los que me pronunciabas nunca serían los mismos que los que yo tenía por ti

Pero una vez más el tiempo no tardó en poner todo en su sitio

Comencé a cansarme de aquellas conversaciones sin sentido que se asemejaban a hablar con una pared; empecé a hartarme de tu personalidad egoísta y de tu fe irracional con la que inundabas mis oraciones. Aunque, siendo sinceros, de lo que me acabé saciando hasta el punto de reventar, fue de ti

Alejarme no fue difícil, eso lo reconozco, aquello fue como darle al cuerpo una buena dosis de lo que por tanto tiempo había estado implorando. Pero, de vez en cuando, el tenerte cerca volvía a mi memoria como el recuerdo tembloroso de una jeringuilla sobre el lavabo

Aunque sabía que no te necesitaba, la costumbre y la dependencia hacían de mi cabeza un torbellino, incluso el humo de los cigarrillos era más denso si los fumaba pensando en ti

Eras adictivo, nunca llegué a probar tus labios o tus palabras sinceras, pero el simple hecho de creer que podía cambiarte fueron suficientes para acabar conmigo. Me consumías más rápido de lo que la razón podía entonar

Eras alguien a quien quería, o al menos eso era lo que mi corazón pautaba, en el fondo lo que nos mantenía en pie era tu necesidad de adulación y mi manía de idealizarte

Eras distinto; o eso me parece ahora, tu rostro apenas había cambiado con los años pero había algo en tu mirada, un ápice de rabia quizás, que no había tardado en formarse con la acumulación de malas experiencias que no tardabas en exculpar hacia los demás

Nunca eras el culpable, o al menos eso pensabas. Nunca eras el problema, aún siendo el factor común de todos ellos. Nunca te interesaste por nada más que lo que te convenía, y eso era una de las cosas que más me irritaban

En su momento llegué a pensar en que tenías suerte, que todos los magníficos seres que te rodeaban no eran más que una coincidencia de aquel destino en el que nunca llegué a creer; que aquella personalidad magnética que te definía se limitaba a los encuentros causales que hacían estremecer la piel. Pero no tardé en darme cuenta de que el azar no podía limitar aquella magia que sentía al estar contigo

Fue ahí cuando, como si de un golpe en seco se tratase, una idea me golpeó con fuerza. Quizás todos esos encuentros fantásticos no se debían a tí sino a mí, quizas disfrutaba tanto tu compañía porque en el fondo, muy en el fondo, era como ver el conjunto de errores que definían mi vida hechos persona

Porque te parecías tanto a mí hasta el punto de provocarme nauseas, porque eramos tan distintos que me atraías como la otra cara de un imán

Porque definirte era casi tan imposible como odiarte...

Y creeme cuando te digo que he intentado ambas 
 









martes, 25 de agosto de 2020

En el amor y la guerra

 Para las personas empáticas, una declaración de amor es similar a una declaración de guerra. Es una de esas situaciones que aunque se pueden deducir por el contexto, como un paseo nocturno por el parque, una buena cena con velas o una despedida fugaz en un portal tras una tarde juntos; suelen tomarte tan de sorpresa que te dejan indefenso ante semejante ofensiva emocional

Para las personas empáticas, una declaración meditada y recíproca, de esas tan cursis en las que se para el mundo y el corazón comienza a bombear sangre apresurado, provoca una sensación semejante a tocar el cielo, en especial si el amor es correspondido. Pero tratándose de sentimientos, rara vez ocurre que la cabeza se antepone a las vísceras...

¿Acaso estar enamorado no es una de las sensaciones más amargamente dulces que existen? 

En más de una ocasión he sido tachada de romántica por defender a las parejas que caminan de la mano o la los adolescentes que buscan entre caricias y besos la compañía del otro, porque las personas empáticas somos conscientes de que luchar contra el amor es una batalla perdida

Y es que aún no he conocido a nadie más enamorado del amor que quien lo está

Para las personas empáticas, recibir una declaración no correspondida es parecido a divagar en una campaña naval sin armas para defenderse, a quitarse las emociones una a una y sentir el desnudo que un "me gustas" conlleva 

Quizás sea por eso por lo que las personas empáticas tienden a cambiar de tema, o a deducir que se enfrentan a una broma de mal gusto; porque son tan conscientes del dolor que implica un sentimiento no correspondido que prefieren esconderse en las trincheras de las escusas antes que enfrentarse a las granadas de fragmentación que suponen las declaraciones 

Quizás sea por eso por lo que tardé en reaccionar o preferí dejar tus sentimientos a un lado y continuar nuestra tarde juntos como solíamos hacerlo; quizás le dí demasiada importancia a tus palabras o, por el contrario, las otorgué muy poco; pero cuando acorralas a un soldado este tan solo tiene dos opciones, enfrentarse al enemigo y herirlo o afrontar su desventura y entregarse a las consecuencias

La personas empáticas, al preferir su propio dolor antes que causarlo, suelen escoger la segunda opción... y, para ser sinceros, yo también lo hice

Porque en el amor y la guerra, en especial si se lucha por causas opuestas, siempre hay un bando que sale perdiendo

Porque para el amor y la guerra, ambos, nunca me sentí preparada... Y tú no ibas a ser la excepción




miércoles, 5 de agosto de 2020

Lo que me gusta de ti

Es curioso como las personas son capaces de hacer sentir tanto con apenas unas palabras, de evocar con ternura recuerdos que en su momento fueron dolorosos y de devolverle a uno sonrisas melancolicas al borde de perderse en el olvido

Supongo que por eso me gustaste tanto, quizás fuese por esa capacidad única de pronunciar las palabras más pedantes sin sonar redundante o por aquella manía de adjetivar valorativamente a todos los sustantivos que se cruzaban entre tus dedos

Quizás fuera por aquellos ojos, y no me refiero precisamente a los míos, por el tono café de tu mirada y el sin fin de latidos que esta es capaz de hacerme sentir. Por esas pupilas incandescentes que han hecho que durante todos estos meses haya sido incapaz de mirar una foto tuya sin rendirme ante los sentimientos que esta conlleva y, por consiguiente, apartar la mirada avergonzada. El café, al igual que tu iris son dos de mis puntos débiles

Quizás fuera por esa actitud bohemia por la que me acabé enamorando de ti, porque al igual que sabía que jamás te apegarías a las convenciones ni al uniformismo de una vida tranquila, supe que tampoco lo harías de mi

Aunque nuestra relación probablemente se fundamentó en aquella la aversión absoluta que ambos compartíamos hacia el aburrimiento, quizás fuese por esa necesidad intrínseca de probar cosas nuevas, o en nuestro caso probarnos el uno al otro en el sentido más explícito posible, lo que terminó por dictaminar nuestros encuentros

Pero de poco sirve recordar todos esos quizás, el simple hecho de mencionarlos evoca de forma impenitente el mismo sentimiento del que por tanto tiempo he buscado deshacerme

Tarde varias semanas en dejar de acechar tus ojos entre los desconocidos que se cruzaban por las calles que solíamos frecuentar, y otras tantas en intentar no pensar en ti al menos una vez al día. Pero lo que terminó por dictaminar mi objetivo, aquel tan agotador de olvidarte, fue el dejar de recordar el sonido de tu voz

Si el simple hecho de leerte han conseguido despertar en mi sensaciones que creía olvidadas, no quiero ni imaginarme el resultado de volver a verte, de sentarme contigo a ponernos al día y derretirme entre tus palabras a la velocidad del azúcar, ese que tanto te gusta, en el café

Pero si de algo estoy segura, y encima lo considero el único motivo por el que te voy a volver a ver, es que nada volverá a pasar entre nosotros. Podría decir que es porque ya no me atraes, o porque busco a alguien que comparta mi interés por la estabilidad emocional, pero eso sería engañarme a mi misma

Sé que no pasará nada porque, aunque haya corrido el tiempo, siempre serás de las personas que anteponen un plato nuevo y exótico al calor de uno familiar

Porque eres tan incapaz de dejar de descubrir como yo de dejar de recordar

Y eso, sin duda, es lo que más me gusta de ti


viernes, 31 de julio de 2020

Sin esfuerzo no hay recompensa

Sin esfuerzo no hay recompensa

Una verdad como un templo

Sin esfuerzo no hay recompensa

Un refrán irrefutable

Me resulta fascinante como te cuesta tan poco adaptarte a la situación o entender algo tan rápido

Me decían mis conocidos

Me resulta fascinante como algo puede hacerme sentir tan mal si no me he esforzado para conseguirlo

Me digo a mi misma

Supongo que podría atribuir mi desdén a como han subido las notas de corte y con ello la dificultad de acceso a una carrera que me gusta. Podría exculparme en lo difícil que ha sido mantener el ritmo de estudio durante esta cuarentena o que me puse nerviosa durante los exámenes...

Pero estaría mintiendo

La cruda realidad es otra, nunca me importaron las notas y por consiguiente nunca me importó mi futuro. Es curioso como una persona tan obsesionada por el control puede mostrar tanta dejadez en los estudios, los cuales son esenciales para dictaminar el mañana, en especial a estas edades

Si tuviera que buscar culpables, a parte de señalarme con el dedo de forma indiscriminada, me pararía a mirar de reojo a la costumbre, a aquella odiosa filosofía de vida que entendía por día a día

Fue la costumbre la que me hizo acostumbrarme, aunque suene bastante estúpido, a aprobar sin estudiar, a salirme con la mía sin mostrar un ápice de voluntad, a las recompensas sin esfuerzo...

Durante los primeros años de secundaria me gustaba pensar que las cosas cambiarían, que por alguna clase de milagro o fuerza extraordinaria me percataria de que no estaba haciendo las cosas bien. Podría excusarme en los adjetivos, aquellos como capaz o trabajadora que mis conocidos no dudaban en pronunciar, pero aquellas palabras tan sólo me alentaban a dejarme llevar por aquella costumbre habitual que aún me persigue, a continuar pensando que me estaba esforzando aunque fuese minimamente

Mi esfuerzo no sólo era mínimo sino nulo

Quizás fue por la misma monotonía por la que comencé a centrarme más en el ámbito laboral, y quizás fue por centrarme demasiado en el ámbito laboral por lo que ahora me estoy replanteando la idea de las oposiciones

He de decir que siempre me consideré una persona competitiva, pero no tardé en darme cuenta que en los estudios nunca podría rivalizar con mis compañeros , por eso me lancé a la aventura de los trabajos o la escritura, por eso perdía tanto el tiempo, porque sabía que nunca podría ganar

Ser de las primeras en tener cierta independencia económica o ser capaz de sacar una sonrisa a mis conocidos con tan solo escribirles un par de líneas hicieron que mi desinterés por el aspecto académico pasase desentendimiento completo por los mismos

No me malinterpreteis, me encantaba aprender, lo que me disgustaba hasta el punto de resultar repulsivo era estar horas pegada a un libro aún cuando lo que había en sus páginas no me interesaba lo más mínimo

Y acabé por aprender, creerme cuando os digo que no hay lección más severa que la de aspirar a un futuro y que este se vea condicionado por tu pasado

Ahora de poco sirve lamentarse, pero el remordimiento de tener que vivir una vida construida a partir de un plan B queda para siempre. Me gustaría pensar que si me hubiera dado cuenta de todo esto antes las cosas serían distintas, pero si he sido incapaz de cambiar mi actitud durante todos estos años ha sido porque siempre he sido consciente del problema, y nunca, nunca le he puesto solución

¿Será verdad eso de que las personas no cambian?

Imagino que es un poco tarde para pensar en ello

sábado, 25 de julio de 2020

Dias buenos y buenos días

Siempre tiendo a escribir sobre lo que me inquieta, supongo que es una de las formas más eficaces que conozco para combatir un dolor de cabeza ya que dejas los pensamientos fluir sin necesidad de drenarlos porque tienes que enfrentarte a los quehaceres diarios

Pero hoy es un día explendido de verano, no hace demasiado calor, he dormido bien y por primera vez en mucho tiempo las conversaciones vecinales que se escuchan desde mi terraza no me parecen del todo absurdas... Digamos que me he levantado de buen humor

Para hoy tenía planeado sacarme una foto decente para el currículum, de esas en las que no parece que estoy cansada pero tampoco que tengo doce años, en ocasiones es difícil lidiar con mi rostro. También pensaba en arreglarle un par de costuras a mi querido osito de peluche que muchos conoceréis bajo el nombre de Teo y limpiar algunas habitaciones de la casa, salir a la compra y cocinar, actividad que he empezado a desarrollar en apenas unas semanas. Me enorgullece decir que la cocina no es tan difícil como pensaba

Pero basta de hablar de lo que voy a hacer, son apenas las once y aún tengo el resto del día para ocuparme de ello

Hoy me apetece escribir algo alegre

Podría comenzar hablando de correspondencia, en los últimos meses me han hecho tres de los mejores regalos de mi vida. Una es una carta de cierta mujer caracterizada por su firmeza como docente, pero cuyas palabras me dieron ánimos... Y para que engañarnos, me los siguen dando cada vez que las leo. Otra es una carta de a quien considero mi mejor amigo, que me ha hecho darme cuenta de que realmente tengo capacidad de sobra para comerme el mundo, a fin de cuentas que mis espectativas de verano sean conseguir un trabajo y sacar tiempo libre para pasearme por la biblioteca nacional en busca de un artículo que presentar a la columna de opinión del país dicen mucho de mi

La última carta, para mi la peor pero la más significativa, es la de un idiota al que conozco desde hace demasiado, en ella revelaba que soy un misterio imposible de descubrir pero merecedor de indagar en él. Se me hace extraño leer su carta, comenzando porque los escritos de esa índole no le pegan en absoluto y continuando por el pequeño sentimiento de culpa que me hace sentir al pensar que, de un modo u otro, lo ha escrito por obligación

Me refiero a su carta como la peor de todas no porque esté mal, de hecho sí quitas los tecnicismos, las metáforas y alguna que otra alegoría queda una preciosa composición plagada de sentimientos, no, me refiero a ella como la peor a nivel emocional

Supongo que es porque me da demasiado que pensar, pero eso es una historia para otra ocasión

Mientras escribo me pregunto también como sería mi verano si durante el instituto hubiera favorecido más mis relaciones sociales, me pregunto si estaría en una fiesta, o disfrutando de una tarde de playa con mis compañeros de clase, me pregunto que hubiera pasado si no fuese tan insegura

Pero aquellas storys de Instagram que reflejaban fiestas o quedadas, aquellas que antes me hacían empequeñecer y sentirme sola, se han vuelto pequeñas piezas de puzle a las que no tardo en contestar con un "Me alegro de que lo estéis pasando bien"

He descubierto que no solo no debo incriminar a la gente por no incluirme, ya que en su mayoría la culpa es mía, sino que la vida que llevo actualmente, por aburrida que suene, me llena

Si de perfección se trata, me encuentro muy lejos de llegar a ella quizás sea porque quiero hacer más cuando el cuerpo me pide menos o porque sé que es imposible alcanzar la felicidad plena con tres lustros y tres años de vida. La gracia está en que no persigo la felicidad sino la tranquilidad, lo cual suena irónico tenido en cuenta mi ritmo de vida. Pero si algo he aprendido este año que no me ha enseñado ningún otro es que es mejor irse a la cama en paz antes que alegre 

Quizás sea porque concilias mejor el sueño, o porque no tienes mucho sobre lo que dar vueltas, pero sea como fuere mi mecanismo funciona y eso hace que sienta la felicidad, incluso si hace unos párrafos he mentido diciendo que no la buscaba 

Lamento no haber escrito una de esas preciosas reflexiones emotivas que me caracterizan y agradezco que, si estás leyendo esto, hayas llegado hasta aquí, pero historias tristes o melancólicas tengo para contar de sobra, días buenos... Digamos que no tantos


domingo, 31 de mayo de 2020

Miedo a las tormentas

Atrapada en un garaje, con aquella tormenta que rugía con la ferocidad del mismo infierno haciendo estremecer el suelo, me levanté

Sujetando el móvil entre mis manos temblorosas enfrenté a la lluvia y corrí hacia casa, los cascos resbalaban de mis orejas mientras la canción de suspicious minds, que me había tranquilizado hasta entonces, se desvanecía entre los rayos. Mis pantalones apenas tardaron unos segundos en empaparse y el frío amenazaba con acerme retroceder hasta aquel escondite de la calle Albuquerque

Pero no lo hice, en lugar de encogerme de miedo y ahogar los truenos con música a todo volumen como era costumbre en mí, en lugar de congelarme y llorar, sonreí

Me detuve a la vez que las gotas de lluvia resbalaban contra todo mi cuerpo sumergiendome en un baño frío, me paré en medio de la calle pero si algo puedo asegurar es que no fue por miedo

Me detuve porque una carcajada amenazaba con salir, me detuve a reírme en medio de aquel callejón mientras el sonido rugiente de la tormenta tapaba el eco que salía de mi boca

Me detuve porque fue en ese instante cuando me dí cuanta de que nada importaba

Mi miedo irracional a los truenos, mis espectativas, mi amabilidad, mi adicción al café y a fumar fuera de casa que me habían obligado a salir; mis constantes réplicas hacia mi misma o mi afición por escribir como lo hago ahora entre la lluvia

Nada importaba, lo que para mí se había convertido en una historia de superación se olvidaría junto con todo lo bueno que he hecho, lo que para mí había sido una vida dedicada a buscar la felicidad y la simpatía de otros eran mentiras cínicas para tapar mis propias inseguridades

Mis sueños rotos, mis oraciones temblorosas que se fundían con la lluvia, mis principios, mi constante búsqueda de ser la chica popular del instituto aunque viviese improvisando

Mi afán de ser la protagonista de una novela de mierda, el miedo a amar cuando temía la soledad, la bonita infancia que ahora recordaba entre lágrimas

Nada importaba, estaba tan segura de que no iba a pasar de los setenta como de nadie me recordaría, y el único motivo por el que estaba tan segura fue el mismo por el que dejó de llover

Porque todo era una bonita mierda a la que podíamos tachar de vida, porque nada era predecible y no merecía la pena vivir bajo la sombra de tus inseguridades

No merecía la pena forzar una sonrisa amable y volver a tu lectura si siempre destacarías por ser la pringada que nadie invitaba a las fiestas, no merecía la pena escribir tanto sobre el amor y la superación si era mi desprecio hacia los mismos los que me habían hecho acabar aquí. No merecía la pena pedirme perdón porque, a pesar de que la había cargado infinidad de veces, nada de esto era culpa mía

Siempre me odié por no ser la reina del instituto, por vivir por inercia o sonreír para evitar conflictos, por nunca sentirme preparada para el sexo a pesar de haber disfrutado de este, por aferrarme tanto a las personas que me brindaban amabilidad hasta el punto de derretirme por ellas y por confundir la amistad con el amor

Pero fue bajo el claro del cielo, bajo la tormenta que había tenido lugar hace unos minutos y bajo el sonido de mis carcajadas y los truenos cuando me di cuenta de que todo aquello por lo que me odiaba tampoco importaba

Era una chica más con otra vida de mierda y sueños de superación, otra chica con un afán de protagonismo y comprensión que compartía con otros cientos de miles de personas

Era una del montón y, por primera vez en años, el sentimiento de que no era especial me tranquilizaba

Fue en aquella tormenta, parada en medio de la carretera cuando me di cuenta de que, efectivamente, no era importante pero que al menos no estaba sola

jueves, 7 de mayo de 2020

En la vida aún desconozco..

No hace poco he tenido que recurrir a uno de esos textos sobre el autodescubrimiento y aprendizaje tan bonitos pero monótonos como ellos mismos

El ejemplar en particular es un escrito de  Paulo Coelho llamado "Lo que he aprendido en la vida", el cual recomiendo encarecidamente por la veracidad de gran parte de sus afirmaciones. No obstante textos y frases como las expuestas por el autor en su momento, se han convertido en lo que actualmente tachamos de cargante. Ya sea por su prolongada exposición en las redes y la capacidad de las personas para asfixiar escritos tan bellos repitiendo y parodiando estos hasta el punto de que aburren, cada vez hay menos espacio para ideas originales y, por tanto, aún menos para las propias

Y es que es más común de lo que creemos oír eso de "He aprendido a amarme a mi mismo antes que a los demás" o "He aprendido que hay quien no me merece" y su sinfín de variedades que la gente tiende a compartir al unísono en su redes sociales. No olvidemos tampoco el famoso "La vida me ha enseñado..." que no ha tardado en volverse una de mis frases más odiadas hasta la fecha

Si de una cosa estoy segura es que aprender, aprendes por ti mismo, eso seguro, pero la vida tiene cosas mejores mejores que hacer que posponer todo lo que esta conlleva para darte lecciones. Es inevitable aprender de ella y somos afortunados de tener un modelo tan severo como paciente, pero es importante pararse a recordar que somos nosotros los que giramos en torno a ella y no al revés.

La vida es una maestra inenarrable y aprenderás más de los obstáculos que ponga en tu camino antes que de ella misma.

Así que, antes de hacer una lista interminable con las cosas que he aprendido o me han enseñado, prefiero dedicar las siguientes líneas a enumerar todo aquello que todavía desconozco

A mis casi 18 y aún no he aprendido a aceptarme a mi misma, no porque este desconforme con mi actitud o mis valores, sino porque me niego a aceptar que la versión actual de alguien pueda ser la mejor. Lo dijo John Henry Schwarz en su momento con la teoría de cuerdas, que explicaba que todo estaba hecho de partículas unidimensionales que vibraban para dar forma al universo; lo mencionó Nicolás Copérnico cuando descubrió que los planetas giraban sobre si mismos y alrededor del sol y lo repitió Newton cuando enunció la Ley de gravitación universal donde nos vemos en constante atracción hacia la tierra por la inmensidad de esta

El universo está en constante movimiento y, por consiguiente, en constante cambio. Me niego a pensar que tan solo podemos aprender una cosa a la vez, me niego a creer que existe un límite para el conocimiento o fronteras para los avances. Es irresistible sucumbir a los encantos de un "Ya está" o "Es así porque sí" y dedicar el resto de nuestra agenda a no comernos la cabeza, pero, como dijo  Arthur C. Clarke:

"Lo que hoy ha empezado como ficción, mañana será terminado como reportaje"

Definir es limitar y las grandes incógnitas como el amor, el universo, la felicidad o la vida misma son conceptos tan inefables como ilimitados. Hablando de forma ideológica, aunque sea y será imposible saberlo todo, merece la pena curiosear en aquello desconocido y no dejarnos condicionar por un "Ya lo he aprendido" o "Esto ya me lo han enseñado"








miércoles, 29 de abril de 2020

La mujer del cuarto piso

Todas los miércoles, a aquello de las siete y media, la misteriosa mujer del cuarto piso se asoma a su balcón. En bata y zapatillas, acompañada de una taza de té y de unos treinta años que parecen veinte, se presenta en su terraza a contemplar el cielo gris de las lluvias de abril y el piar de las golondrinas en primavera

Se apoya sobre la barandilla y con un cruce de miradas nos saludamos a través de la ventana del edificio de enfrente que separa nuestros pisos. En ocasiones son miradas rápidas, en otras tantas dejo mi lectura a un lado para contemplarla. En ocasiones ella corresponde posando su vista sobre el cristal que nos exime, en otras tantas me ignora volviendo sus ojos hacia el firmamento

Podemos permanecer así durante horas, la una en compañía de la otra sin necesidad de intercambiar palabra, sitiadas en la tranquilidad del silencio y de la gélida brisa de primavera que se oculta en nuestro patio interior. Algunas veces me sonríe, o al menos eso me parece a mí, algunas veces yo también la sonrío de vuelta y ,con un rubor clandestino, termina su taza, se anuda la bata celeste y regresa al interior de su hogar

En ocasiones una corriente repentina enmaraña su pelo a lo que yo río divertida desde la comodidad de un tercero, en otras la misma ráfaga desordena las páginas de mis libros y ella con una expresión triunfal me saca la lengua a modo de venganza. Y es que se había vuelto costumbre usarnos como entretenimiento particular

A veces alguna terminaba por faltar a nuestra cita particular por los quehaceres diarios, y en otras tantas nos sorprendíamos por la puntualidad de nuestra entrega. tanto para las aves que recorrían el cielo como para las cristaleras que adornaban los bloques de edificios de hormigón, se había vuelto habitual oír dos balcones abrirse y cerrarse a la misma hora, permanecer callados otras tantas y ver como aquellas desconocidas que se prometen el infinito en la inmensidad del silencio retomaban su vida después de una breve pausa en compañía

Y tal y como había empezado, aquella costumbre terminó un miércoles a las siete y media, cuando en lugar de salir a nuestras correspondientes terrazas nos encontramos sonrientes, yo subiendo y ella bajando, en la escalera que separaba el tercero del cuarto

He de admitir que nunca me gustó el té, pero no pude evitar disfrutar de aquella infusión mientras nos asomábamos a la calle en el balcón de la mujer del cuarto piso




sábado, 14 de marzo de 2020

Relaciones intermitentes


Supongo que nunca te lo llegué a contar, pero el cartearme con alguien siempre ha sido uno de esos sueños absurdos que se tienen aún cuando uno es pequeño, es probable que todo comenzase con mi afán por los amores imposibles de época que actuaron como desencadenantes de mi pasión por la escritura y mi amor por lo romántico; supongo que nunca te lo llegué a contar, pero decenas de cartas y unos cuantos años aún siguen cogiendo polvo en mi estantería esperando a serte entregadas

No pretendo esconderlo, gran parte de ellas son declaraciones de amor y alguna otra estupidez que no tuve el valor de entregarte en su momento, pero ahora, mientras releo los centenares de palabras de más de seis años de cartas no puedo evitar fijarme en lo mucho que han cambiado el tono de las mismas, desde ñoñerías románticas que no ocupan más de media cara hasta las declaraciones de odio mas súbitas que te puedes imaginar, pasando claro está por los numerosos agradecimientos hasta la descomposición de lo que durante años hemos llamado amistad

Para ser sincera, estoy cansada, cansada que cada vez que intento hablar contigo de cuatro años de emociones reprimidas pretendas que todo sigua igual, estoy cansada de volverme loca intentando averiguar si realmente me quieres o te limitas a intentar no hacerme daño y cansada de que me digas lo mucho que te importo cuando no me lo demuestras

Por dios ______ no te importo o quizás sí, pero da igual lo mucho que sientas por otra persona, si no lo transmites, entonces no significa nada. Siento que cada vez que hago cualquier cosa para intentar acercarte más a mi acabo por alejarte, pero considero a la decepción como un mejor sustituto de la impotencia ya que si por ti fuera dudo que nos hubiésemos visto hasta pasados unos cuantos meses más... sinceramente, si me quisieras tanto como yo te quiero sabrías que disfrutarte una vez al mes no es suficiente

Pero si de algo estoy realmente cansada es de pensar siempre que todo esto es mi culpa, porque por mucho que me deteste soy lo suficientemente inteligente para saber cuando sobro y cielo, lo quieras o no, sobro en tu vida

Sí, hice cosas por ti en el pasado y sí, no dudo que no nos lo pasemos mal cuando estamos juntos (esas sonrisas tuyas son difíciles de fingir) pero no soy una persona prescindible en tu vida. Lo intenté hablar en su momento cuando mis nervios se mantenían firmes, al igual que me arde la sangre al querer hablarlo ahora, pero sé que con lo que tienes encima sumado al esta pandemia (cada vez más surrealista) y al aislamiento que la misma conlleva no es el momento para lidiar con casi un lustro de conversaciones a medias. No obstante, no hay nada más frustrante que te digan que todo sigue igual cuando, a pesar de que te esfuerzas porque así permanezca, todo cambia

Porque me aterra que cada vez que toca pulsar el botón de enviar en un mensaje tuyo mis dedos tiemblen, porque a quién quiero engañar, esto ha cambiado, ha cambiado demasiado como para seguir luchando por aquellas tardes infantiles donde nos prometíamos el universo, demasiado como para ocultar que a estas alturas he sentido de todo por ti menos amistad y demasiado como para darme el capricho de hacerte llegar esto sin consecuencias para nuestra, ya de por sí complicada, relación

Amame, olvidame, besame o dejame ir; usame como psicóloga personal sobre el césped de rosales o como consejera personal en compañía de una taza de café pero no pretendas seguir fingiendo que te importo tanto como para mantener una amistad

Creeme, ser querido por compasión es más doloroso que ser rechazado

sábado, 29 de febrero de 2020

Un consejo y un favor personal

Estimada, por no dejarme llevar por el personalismo de querida, compañera

Realmente me fascina que te abras tanto con alguien como yo, las personas introvertidas tienden a encerrarse en su pequeño mundo y de vez en cuando nos hace falta gente que nos den un empujoncito para sacarnos del mismo

Tengo bastantes cosas de las que me gustaría hablar largo y tendido con algunas personas de clase, me enorgullece decirte que eres una de ellas; pero antes que invitarte a un café con el objetivo de hablar de nuestra situación emocional y mental y acabar perdiéndonos en anécdotas del pasado, prefiero darte una recomendación

Nunca dudes de ti misma por haber confiado en alguien

La personas somos complicadas, complicadas hasta tal punto de que nos perdemos en nuestra propia complejidad intentando copiar la de otros, pero no creo que la confianza en los demás sea una de tus complicaciones

Aún me pregunto que hubiera pasado si siguiese sentandome en primera fila absorta de la clase, o cómo serían mis días sin alguna charla intrascendente sobre cualquier tema que me brindas con una sonrisa... Me pregunto que hubiera pasado si no me hubieses tratado con tu confianza característica

Probablemente seguiría enredada en algún trabajo de última hora o encerrada en el primer libro que tengo en mi lista de lectura pendientes, pero he de admitir que, por decirlo de alguna forma, la fe que has depositado en mi me dice más de ti como persona que cualquier conversación superficial en algún bar de Madrid

No somos amigas, y nunca lo hemos sido, no porque nos llevemos mal o porque no tengamos aspectos en común sino porque (y sé que coincides conmigo) la amistad trata de experiencias compartidas y estas a su vez lo hacen de tiempo. Por resumir un poco nuestro tiempo juntas ha sido corto

No obstante, si aún con nuestro corto tiempo has hecho que dé algunos suaves pasos fuera de mi zona de confort, no quiero ni imaginarme el efecto que habrás logrado en aquellas personas que realmente te importan

Si te soy sincera, antes que focalizarme en tus sentimientos, me he pasado los últimos cinco minutos de conversación intentando imaginar a la clase de imbécil que rechaza, ya no solo una confianza a secas, sino una como la tuya

Y es que, para alguien que crea distancia por intentar evitarla... para alguien como yo, no le entra en la cabeza que clase de persona te rechazaría

Si me abriesen los brazos de par en par, de la misma forma que tú, o algunos otros compañeros de clase me habéis abierto los brazos este trimestre , nunca y digo nunca sería tan estúpida como para negarme

Porque, aunque complicadas, las personas son imprescindibles; y sí, son fuente de enfados y tristeza, pero también de felicidad y euforia. Nunca, y te lo pido como favor personal, nunca, te entristezcas de confiar en alguien que no se lo merecía, al hacerlo demuestras ser tres veces más humana de lo que ellos serán jamás

Con cariño: Meme

sábado, 22 de febrero de 2020

Amores de época

A veces pienso que nunca pertenecí a este siglo

Quizás debería haber nacido cuando aún no existía el mínimo ápice de nuevas tecnologías y las conversaciones prolíficas sobre la literatura de época se entonaban frente a un cafe, o quizás más atrás, aquella de los romances prohibidos a primera vista, donde la única forma de comunicación entre amantes era una carta indiscreta plagada de sentimientos

A lo mejor en el medievo, me imagino como una de esas damas de ojos verdes y cabellos rubios que actuaban como musas para los tan lejanos poetas, o incluso en la época dorada de España, paseando por las calles renacentistas y entromeriendome de forma indiscreta en cualquier representación teatral

Quizás en cualquier época, pero no ahora, la monotonía y el automatismo del día a día social apenas nos dieron tiempo para aquellas charlas, ahora lejanas, para romances prohibidos o intromisiones inoportunas, el presente tan sólo nos dejó hueco para el arduo estrés de los quehaceres y el deber entablar relaciones apresuradas aún entre nosotros

Sabes bien que más de una vez he soñado con cruzarme a un poeta de siglo por alguna de las tantas cafeterías que solíamos frecuentar, o de acudir a aquellos teatros donde las damas de época tendían a vestir absurdos vestidos y ridículos tocados de los cuales no hubieras tardado en reirte

Quizás sea porque nos acostumbramos a no encajar, o por que el no hacerlo se volvió costumbre habitual, pero se que sabes que no puedo evitar sonreír cuando pienso en charlar sobre el estilo bohemio característico de Neruda o en las numerosas tazas de café que podría haber compartido con Machado y su extraña adicción al mismo

Quizás podría llegar a emocionarme con la idea de intercambiar algunos versos con Luis Cernuda, carcajear para mis adentros cada vez que viese publicado uno de los tantos escritos que definían la rivalidad de Gongora y Quevedo o incluso discutir con Pío Baroja sobre la importancia de la figura femenina en el mundo literario

O quizás podría haberme mantenido alejada de ti, y de la absurda pasión que ambos compartíamos por la literatura. Debería haberme alejado de tus ojos, profundos y oscuros como ellos solos o de las sonrisas que busco apresurada mientras camino y cruzo miradas con rostros, que aún parecidos al tuyo, no lo son

Es probable que sea porque he olvidado tu tacto y prefiero consolarme en alguna obra de García Márquez antes que lidiar de forma explícita con las relaciones aceleradas del siglo XXI

Aunque si algo es seguro es que al igual que me enamoré de tantos autores lejanos, también lo hice de ti; quizás fuese porque te parecieses demasiado a Becquer o por tu tono profundo como marcado por la "Humana Voz" de Alexandre, pero compartía contigo y con tus labios la misma absurda obsesión que mis dedos y las páginas de una edición de bolsillo

La necesidad de escanear tus páginas en busca de una frase que hiciera dar un vuelco al corazón


domingo, 16 de febrero de 2020

Tal vez te quise

Tal vez el amor no exista...
Tal vez sea solo el deseo y la pasión lo que hablaban por mi cuando dije que te quería
Tal vez fuese el cansancio o el efecto del alcohol en vena
Tal vez fuesen tus besos, aquellos de verano a los que no tardé en volverme adicta
Tal fuera el miedo a la soledad que nos caracterizaba o el desastre emocional que nos definía a ambos
Tal vez fuese el ambiente cálido de agosto o tus ojos oscuros en los que no dudaba en perderme
Quizás solo fue eso, el sentimiento de dos personas ocupando el espacio o el tacto sobre la piel que nos hacía estremecer

Quizás debí haberte abrazado un poco más aquella última vez que te vi... antes de que el amor caducase y me dejases de nuevo con un vacío en el corazón

Y es que, quizás, sea de la que odia amar pero le gusta ser amada

miércoles, 29 de enero de 2020

Esa que me dió la vida



Me encantaría poder decirte todo lo que siento, me encantaría sentarme a tu lado en compañía de un café y perdernos en cualquier conversación, así como lo he hecho con muchas otras personas. Me encantaría dar un paseo, de esos en los que te olvidas de la dirección y te limitas a seguir a la otra persona... A pesar de que ninguna tenga un rumbo fijo

Daría lo que fuese por poder encenderme un cigarrillo y, sentadas en un banco, contarte mis problemas, y ¿Por qué no? Que me dieses absurdos consejos sobre la madurez y las experiencias vitales. Pensé que según fuese creciendo podría llegar a disfrutar de tu compañía, realmente lo llegué a pensar... La inocencia siempre ha sido una de mis peores virtudes

Pero, según he ido cumpliendo años me he dado cuenta de que no somos tan parecidas como pensé, de que tenemos estilos de vida diferentes y que mis efímeras preocupaciones no se pueden comparar en absoluto con el yugo de una vida adulta

Aprendí a reconocer las diferencias, esas tan notables entre nosotras, aprendí que por mucho que lo intente nunca podríamos llegar a ser amigas

Quizás sea por la diferencia de edad, o por la excelente calidad de vida que, a diferencia de la tuya, me regalaste desde que tengo memoria. O quizás sea porque chocamos constantemente, quizás porque replico demasiado o tú me dejas hablar poco

Quizás sea porque somos madre e hija

Ha pasado el tiempo, realmente lo ha hecho, y he podido darme cuenta de, a pesar de nuestras constantes discusiones, la belleza oculta en tus sonrisas tras el cansancio de un día laboral

He aprendido, aprendido... Más bien me has enseñado, me has enseñado a valorarte y, aún más importante a valorarme, me has enseñado a crecer sin necesitar tu mano, me has enseñado a ser amable, valiente, fuerte, aún sin perder el brillo infantil en mis ojos; me has enseñado a ser, me has enseñado a vivir y a tirar de las riendas incluso cuando tú misma estabas demasiado cansada para hacerlo

Me has enseñado tantas cosas que se te olvidó enseñarme lo importante que eres para mí

Y puede que sea porque acabamos de discutir, y puede que sea por los años de adolescencia en los que pensé que no te necesitaba o por el poco tiempo que pasamos juntas

Pero si echo la vista atrás, si (como decía Antonio Machado) veo el sendero que nunca he de volver a pisar, te veo a ti

Te veo sujetándome de la mano, o dejándome ir para que empezase a descubrir el mundo por mi cuenta. Te veo regañandome por hacer alguna estupidez de la cual me acabé arrepintiendo o apoyando mi cabeza sobre tu hombro consolandome cuando estaba triste

Y quizás nunca disfrutemos de ese café o de esos paseos, pero si voy a disfrutar de tu compañía, porque el mejor favor que podrías haberme hecho nunca es el de ser mi madre

Gracias Mamá