lunes, 14 de junio de 2021

Ladrillos. Parte 1

 Habían pasado unos cuantos años ya desde que me mudé a aquel edificio a las afueras, 

Recuerdo la primera vez que visité el lugar, se trataba de un sencillo bloque de apartamentos rodeado de edificios aún en construcción, hacía poco que habían comenzada a edificar la zona por lo que no había mucho que descubrir, pero al menos la renta era asequible

La charla con el casero fue breve, hablamos de las trasferencias correspondientes a las cuotas de cada mes y, tras apenas media hora de conversación y firmas, me tendió las llaves de lo que sería mi nuevo hogar

El piso también era simple, aburrido, pensé en su momento. Tenía cuatro habitaciones pobremente decoradas pero con las comodidades justas para ser considerada una vivienda

Todas las mañanas emprendía el mismo camino al trabajo, salía del portal, bajaba la calle, pasaba por delante de las obras y llegaba al metro. Trabajaba de nueve a cinco y regresaba a mi apartamento

Así sucesivamente, día tras día

La relación con los vecinos tampoco resultaba extraordinaria, un hola y adiós si nos encontrábamos por casualidad en el portal y lo mismo para las juntas, en las cuales mi participación era casi nula

Nunca me paré a pensar si la vida que tenía era la que hubiera deseado tener, me limitaba a encerrarme en mi trabajo que me permitía pagarme el alquiler, pasearme por mi piso realizando las distintas tareas según requerían y salir a la compra en caso de que la comida empezase a escasear

De vez en cuando llamaba a mis familiares y amigos, supongo que, al igual que mi asistencia a las juntas vecinales, aquello era algo que hacía por plena cortesía, nada en ello me generaba ninguna clase de interés

Tenía una vida corriente y así esperaba que así siguiese siendo

Cuando la zona comenzó a volverse un poco más popular algunos bares abrieron cerca de mi vivienda, decidí aprovechar la situación para comenzar a salir con algunos compañeros de trabajo o ponerme al día con algún amigo que pasaba por ahí. Los viernes me tomaba un descanso, pasaba por aquel bar cuyo nombre, por veces que haya frecuentado, nunca consigo recordar y me pedía una cerveza mientras mi compañía me daba conversación

Las charlas no eran triviales, política y familia en su mayoría, supongo que aquello no tardó en volverse rutina pues, el camarero que ahí trabajaba siempre tenía una caña con mucha espuma preparada según entraba por la puerta

 Dentro de lo ordinario de mi día a día, había ocasiones en las que algún evento arruinaba mi monótono calendario. Era un miércoles,  me encontraba en la oficina cuando el móvil comenzó a sonar; aproveché para salir a las máquinas a por un café mientras contestaba la llamada

-Buenos días encanto- pude oír al otro lado de la línea

El tono y la energía hacían a su voz inconfundible

-Buenos días hermano- me limité a contestar con el mismo tono de siempre

-Tan alegre como de costumbre- dijo él - Pues prepárate porque tengo noticias que contarte

Solté un leve suspiro mientras introducía alguna monedas en la máquina que no tardó en servirme un cortado

Minutos después volví a mi mesa, le di un último sorbo al café mientras repasaba la  conversación que había tenido lugar durante mi descanso. La relación con mi hermano nunca había sido muy cercana, nos limitábamos a llamarnos por navidades y escribirnos una vez a la semana para preguntarnos por nuestra vida, por eso me sorprendió tanto que me preguntase si quería asistir a su despedida de soltero

Entre pensamiento y pensamiento, mis dedos comenzaron a moverse solos en el ordenador, y cuando quise darme cuenta ya eran las cinco. Comencé a recoger y miré el reloj una última vez, saqué el móvil, busqué el contacto de mi hermano, el cual ya me había enviado la dirección y escribí:

-Ahí estaré-

El miércoles pasó a jueves y el jueves no tardó en hacerse viernes, me encontraba en la entrada de un restaurante donde el bullicio que mi hermano y sus amigos estaban generando me indicó que estaba en el lugar correcto. El camarero me llevó a la mesa donde estaban situados y comenzamos a beber y celebrar la buena noticia. Me enseñó algunas fotos de la que sería su futura esposa, una mujer muy guapa, de unos veintipocos y, que por la forma en la que todo el mundo hablaba de ella, era la mujer perfecta para mi hermano

A media noche las copas empezaron a hacer efecto, decidí salir a la calle a fumar, y el homenajeado decidió acompañarme

-Deberías pensar en buscar tu también- me dijo mientras me tendía un cigarrillo

-¿Una mujer? - pregunté sacando el mechero

- Un propósito- contestó él

No se si fue por el alcohol, por la emotividad de la noche o porque me había acostumbrado a vivir por inercia, pero sus palabras impactaron en mi como dos platillos al chocar. Me quedé pensativo unos minutos, ambos en silencio, mientras fumábamos contemplando la noche

Cuando nos acabamos el cigarrillo él se dispuso a entrar, a lo que le detuve. Tardé unos segundos en encontrar las palabras adecuadas y me limité a decir

-Lo intentaré-

Mi hermano sonrió, me dedicó una de esas sonrisas sinceras para después añadir

-La boda será en unos meses, traer acompañante es opcional según la invitación, pero para ti es obligatorio- 

Y con un guiño se despidió de mi, dejándome a merced de la noche y mis pensamientos

No sé ni que hora sería cuando decidí retomar el camino a casa, decidí ir a pie, pues aún iba algo perjudicado por la fiesta, en apenas una hora llegué a mi calle

No podía dejar de darle vueltas a las palabras de mi hermano, ¿Un propósito? ¿Acaso el deseo de un trabajo estable y una vida normal no contaban como uno?

Además, me dije, en una vida tan corriente, en la que no pasa nada nuevo, dudo que haga falta un propósito

Y, como si de una mala broma del destino se tratase, tropecé y caí de bruces contra el suelo

Me levanté para ver que era lo que me había hecho protagonista de tan ridícula escena, para mi sorpresa me encontré unas cuantas tizas tiradas por el suelo en frente de un enorme descampado que aún nadie había comprado y, por consiguiente, que aún no había sido edificado

Nunca me había parado a apreciar aquel lugar a pesar de que pasase por ahí todos los días, quizás era porque por las mañanas salía con prisa a trabajar o por las tardes mi único pensamiento era llegar a casa y descansar; siempre había tenido constancia de que el solar existía, pero no me había parado a darle la importancia que merecía

Intenté dar un paso tras la caída, pero mi espalda dolía con fuerza, furioso cogí la tiza que me había hecho tropezar y la estrellé contra cuna de las paredes de aquel lugar. El impacto, además de un ruido en seco, creó también una mancha blanca sobre el color rojizo de los ladrillos que se amontonaban allí

Una idea fugaz se cruzó por mi cabeza, en cualquier otra situación la hubiese ignorado pero el dolor del impacto, el alcohol nublándome el juicio y las tizas de colores que a mi alrededor descansaban incitaban a dejarme llevar

Tomé unas cuantas del suelo, sin importarme el color y me dirigí al mismo ladrillo que había pintado parcialmente de blanco. Lancé una mirada general a la pared y alguna furtiva a mi alrededor, por si había gente observando. Cuando me di cuenta de que estaba solo, comencé a escribir

"SE BUSCAN PROPÓSITOS"

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